Toda materia viviente es ligeramente radiactiva y el cuerpo humano no es una excepción. Pero una cosa es la radiactividad natural, por ejemplo, procedente del gas radón de las rocas graníticas, y otra la contaminación artificial que proviene de procesos industriales.
Un estudio realizado en Gran Bretaña e Irlanda y publicado en la revista New Scientist revela que a los adolescentes que viven cerca de una planta de energía nuclear en West Cumbria (norte de Inglaterra) se les detecta plutonio en los dientes en una proporción diez veces mayor que a otros jóvenes.
La investigación se hizo en 3.300 niños sometidos a tratamientos de ortodoncia. El estudio añade que la radiactividad hallada en los dientes está en una proporción muy pequeña en comparación con la de otros elementos que se detectan en los tejidos humanos, como estroncio 90, césio 137 y 134 y polonio 210.
Esta contaminación industrial proviene de la combustión de los carburantes fósiles (carbón y petróleo), que se vuelven radiactivos en contacto con los minerales de uranio subterráneo. Las consecuencias para la salud no se han medido con la suficiente precisión.
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