Marte no será un hogar acogedor para posibles colones. Las temperaturas son absolutamente gélidas. Su superficie se ve azotada por furiosas tormentas de arena impulsadas por vientos huracanados. Su atmósfera está compuesta fundamentalmente por dióxido de carbono. No hay rastros de agua líquida ni apenas oxígeno. Sus días son ligeramente más largos -24,62 horas- que los terrestres, pero cada uno de sus años dura el doble -868,98 días- que los nuestros.
Igual que en la Tierra, en Marte también hay invierno, otoño, verano y primavera; cuando ésta última llega se observan notables cambios de color en la superficie, al tiempo que los casquetes polares se reducen.
Este fenómeno hizo pensar a los primeros observadores del planeta rojo que el agua procedente de los polos podría distribuirse en su superficie, haciendo crecer algún tipo de vegetación.
Los vehículos orbitales Mariner y Viking hicieron algunos descubrimientos apasionantes de la geografía marciana, como el fantástico valle Marineris, una depresión con más de 4.500 kilómetros de longitud, quinientos metros de ancho y una profundidad similar a la altura del Everest.
No menos impresionante fue el hallazgo del Monte Olympus; un nombre muy adecuado, pues si los dioses se hubieran aposentando el Marte no podrían elegir mejor lugar que este volcán, cuya cima se eleva a 27.000 metros de altura.
Marte tiene un clima infernal. Las frecuentes tormentas de arena hacen que la temperatura se sitúe entre los 15 y los -115 grados.
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